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Fuente: http://blog.tierradefrontera.es/ |
“No es cierto que el hombre tenga un amigo, mucho menos que sea un perro. El hombre tiene una amiga, y es la burra”.
Marco Rincón Zurek y
Jorge Pérez Caña.
El hombre y la burra
El
hombre desde épocas remotas ha estado circundado por animales, los cuales ha
utilizado para diversas actividades, tanto en el trabajo, arte, deporte, así
como de lujo y mascota.
El
hombre en las primeras etapas culturales de su evolución histórica, tuvo una
estrecha relación con los animales, en donde no existía una gran diferencia. El
ser humano para esta época era nómada, pero el trascurrir del tiempo hizo cada
vez más que se alejara de los animales, sobre todo cuando aparece la sociedad
colonial.
Durante
la colonia española en esta región de la antigua provincia de Bolívar, la
bestialidad fue castigada terriblemente por la Santa Inquisición de Cartagena
de Indias. La zoofilia fue considerada como pecado y delito ya que fue juzgada
como una contravención sexual por la iglesia católica y el Estado (Español).
Este delito acababa moralmente a las personas, sus familiares y en el futuro a
sus generaciones.
En
la Costa Norte del Caribe colombiano no ha desaparecido esta tendencia en donde
el hombre ha satisfecho su deseo sexual con animales como la burra y otras.
Esta costumbre ha permanecido a través de los tiempos con las “pollinas”,
además con gallinas, pavas, yeguas, mulas, puercas, vacas, terneras, cabras,
perras. La edad propicia para la realización de este acto sexual va desde los
12 a los 17 años y se hace un hábito entre los habitantes de esta región del
país. Se da el caso que padres de familia mandan a los “pelaos” a que tengan
relaciones sexuales con las burras. Los abuelos le dicen a los nietos, “vayan a
coger burra”, todo esto pasa sin ningún tipo de problemas.
Los
señores de edad avanzada dicen que el joven que no tenga este tipo de relación
con la burra, puede ser fatal en la etapa del desarrollo. “María Casquito” (la
burra) sirve para el desarrollo normal del joven.
Víctor
Negrete Barrera en su libro Relatos de
Nosotros los Cordobeses, afirma: la primera… “María Casquito” y sus
similares guarda el mejor de los recuerdos. Mi infancia y la de muchos no
hubiese sido completa sin ella. Y yo estaré eternamente agradecido por sus
favores”. El psiquiatra Álvaro Solano Berrío, afirma: “si los adultos del medio
o los pobres del adolescente llega a detectar este comportamiento, lejos de
considerarlo mórbido o inadecuado, comienzan a interpretarlo como una
manifestación inicial de su virilidad, es motivo de jactancia y satisfacción
para los padres evidenciar estas actividades en sus hijos. Reconociendo que el
individuo es un elemento de la estructura familiar donde se acepta esta
conducta y la familia a su vez es un elemento formador de la estructura social,
reciprocramente está modelada a la familia y el individuo”.
De
todas formas, las costumbres permanecen concreta en las zonas rurales por la
facilidad de encontrar dicho animal. Algunos sociólogos opinan que en las
ciudades es donde le es a los jóvenes más difícil encontrarlas, los muchachos
presentan tendencias a desviaciones sexuales, en cuanto tienen que recurrir a
las relaciones con muchachos (de su mismo sexo, claro está en algunos casos)
presentándose así el homosexualismo, como también, el afroditismo.
La
costumbre se ha generalizado tanto que se ven grupos de pelaos en busca de
burras, caminando kilómetros a pie hasta que encuentran una, la cual es
aprovechada por turnos. Esto se hace tan cotidiano que los muchachos, muchas
veces se van solo en busca de placer de una o varias pollinas, formando así
“cabaret” conocido por uno o varios grupos de pelaos. Cuando el animal se
habitua a este tipo de relación ella misma al ver los muchachos, busca su lecho
marital, ya sea barranco, palo, pared, piedra, arroyo o loma.
En
todos los pueblos de la Costa Norte del Caribe colombiano, se da este tipo de
conducta sexual burra – muchacho. Todo los jóvenes de esta región caribeña,
conocen este tipo de relación sexual, los que lo ignoran se les considera maricas.
También
existe un lenguaje apropiado para esta actividad, el cual es que el muchacho
que haya tenido más relación sexual con las “menecas” es un verdadero hombre,
incluso los más descarados se hacen famosos de ser los más machos: “los
berracos”, “los burreros”.
En todos los pueblos de la Costa Atlántica,
los muchachos tienen lugares fijos para la realización de esto, los cuales
toman fama por muchos años, por ejemplo: en el municipio de San Andrés de
Sotavento (Córdoba), los lugares, son: “La monta”, El Pozo del Gobierno, El
Cementerio y La Carretera. En Purisima, tenemos: la poza del burro, la paja de
Lioby, La Paja de Martín y la Ciénaga. En Ciénaga de Oro, La paja de Pocho, La
Paja del Sordo, Media Tapa, La Equis y otros.
En
los municipios de Córdoba debido a la urbanización se han perdido estos lugares
y tienen que recurrir a las pajas vecinas, a las carreteras como los anteriores
y los demás municipios del departamento.
Los
jóvenes que al llegar a los 18 años, no llegaron a tener esta relación, se cree
que tienden a desviarse sexualmente; los demás les critican y algunos pagan
para que les consigan las menecas o recurren a los veteranos para la
localización de las mismas. En algunas regiones de la Costa Norte del Caribe,
por circunstancias topográficas, las burras escasean y tienen que recurrir a
las carneras o chivas como el caso guajiro.
La
mayor satisfacción que tiene el joven es tener relación con burritas. Al
muchacho no le interesa otra cosa que satisfacer su placer sexual aunque le
toque pasar mucha dificultad.
Algunos
nos preguntamos ¿Por qué el muchacho en esta edad, no se satisface con mujeres?
La experiencia de la gente nos dice, que el joven siente complejo, pero en
esencia éste no es el problema sino económico; ningún joven por lo general,
tiene las condiciones favorables para satisfacer las necesidades sexuales en un
lugar adecuado (prostíbulo) esto es más notable en la clase de menos recursos
económicos. Los muchachos ricos al salir y no encontrar las burras de sus
fincas, se satisfacen en su casa con las empleadas domésticas que más tarde
ingresan a la prostitución.
El
costeño hoy día es conocido por todos los colombianos como burreros, el hombre
del interior del país le critica, dándole un sentido despreciable. Pero la
verdad es que ellos, también, se han sumado a esta actividad sexual con los
animales y se comprueba cuando llegan a la Costa Norte del Caribe.
La
práctica ha demostrado que esta costumbre sexual es buena para el desarrollo
biológico del hombre. Tal razón ha hecho que los boyacenses tomen las misma actividad
sexual, pero como las burras son escasas tienen que recurrir a las ovejas.
En
Medellín existen cabarets de burras, con tarifas módicas, esto nos indica que
los paisas se sumaron a la costumbre costeña. En nuestro medio la relación
íntima muchacho – burra es una necesidad, en la cual todos los jóvenes se ven
involucrados. La cuestión es criticable cuando siendo adulto y estando casado
lo realiza. La práctica social así lo demuestra y lo demostrara de generación
en generación.
La
Biblia nos dice que en el sexto día Dios creó al hombre y a los animales entre
ellos la burra, pero también nos habla que el que tenga relación sexual será
castigado (Levítico 18,23:20,15. Deuteronomio 27, 21 y Gálatas 5, 19 entre
otros).
En
la Costa Atlántica donde la religión popular tiene sus seguidores por sus
ancestros, ha permanecido este hábito. Y lo más lamentable es que, también,
existe relación sexual entre animales y mujeres; aunque en forma esporádica,
pero existe, también la Biblia castiga este tipo de bestialidad.
El
hombre sigue siendo amigo de los animales, por causa primitiva de animalidad;
aunque algunos estudiosos no lo consideran así. Hoy día el Sida ha separado un
poco al hombre de los animales por su contagio. El Doctor Omar Gonzalez Anaya,
dice que las burras pueden tener SIDA, mucho ojo con los muchachos.
El
escritor Raúl Gómez Jattín, tiene un poema titulado: Te Quiero Burrita y dice
textualmente:
“Porque no hablas
ni te quejas
ni pides plata
ni lloras
ni me quitas un lugar en la hamaca
ni te enterneces
ni suspiras cuando me vengo
ni te frunces
ni me agarras
te quiero
ahí sola como yo
sin pretender estar contigo
compartiendo tu crica
con mis amigos
sin hacerme quedar mal con ellos
Y sin pedirme un beso”.
Marco Rincón Zurek y Jorge
Pérez Caña, en el libro: El hombre y la burra; dice: “todos los hombres
sinceros estamos en deuda con la burra, pues sin ella nuestro pueblo no tendría
opción a la libertad”.
Se concluye que el burrear
en la Costa Caribe y concretamente en los departamentos de Córdoba y Sucre por
ser agrícolas y ganaderos permiten:
·
Ufanación a la familia
·
Reconocimiento de la identidad sexual del
muchacho
·
El burrear es temporal
·
El burrear es una alternativa sexual
·
El burrear es una conducta grupal
·
El burreo es algo común en la región
·
El burrear es realidad cultural
·
Quien critica la conducta del burreo, niega
la realidad y la tradición de la cultura costeña.
Bueno
dejo hasta aquí porque voy a ver para donde se fue Luisito; lo van a volver
loco las burras del Viejo Barraco Colorao. ¡Ya se fue el muchacho!
ESTAS
SON COSTUMBRES QUE ENSEÑAN SOBRE LA CONDUCTA DE LOS HOMBRES, LA MORAL Y LOS
PRECEPTOS DE LA VIDA.
LO
QUE SE DICE ES VERDAD, PORQUE HA SALIDO DE LA BOCA DE LA GENTE QUE ES LA
HISTORIA NO ESCRITA DE NUESTROS PUEBLOS.
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“QUIEN
LO APRENDE LO CUENTA Y QUIEN LO OYE LO CREE.
ASÍ LO CONTÓ LA GENTE Y ASÍ SUCEDIÓ”
¡LUISITO!
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