lunes, 30 de marzo de 2015

LOS MUCHACHOS Y LAS BURRAS



Fuente: http://blog.tierradefrontera.es/




“No es cierto que el hombre tenga un amigo, mucho menos que sea un perro. El hombre tiene una amiga,  y es la burra”.

Marco Rincón Zurek y Jorge Pérez Caña.
El hombre y la burra

El hombre desde épocas remotas ha estado circundado por animales, los cuales ha utilizado para diversas actividades, tanto en el trabajo, arte, deporte, así como de lujo y mascota.
El hombre en las primeras etapas culturales de su evolución histórica, tuvo una estrecha relación con los animales, en donde no existía una gran diferencia. El ser humano para esta época era nómada, pero el trascurrir del tiempo hizo cada vez más que se alejara de los animales, sobre todo cuando aparece la sociedad colonial.

Durante la colonia española en esta región de la antigua provincia de Bolívar, la bestialidad fue castigada terriblemente por la Santa Inquisición de Cartagena de Indias. La zoofilia fue considerada como pecado y delito ya que fue juzgada como una contravención sexual por la iglesia católica y el Estado (Español). Este delito acababa moralmente a las personas, sus familiares y en el futuro a sus generaciones.

En la Costa Norte del Caribe colombiano no ha desaparecido esta tendencia en donde el hombre ha satisfecho su deseo sexual con animales como la burra y otras. Esta costumbre ha permanecido a través de los tiempos con las “pollinas”, además con gallinas, pavas, yeguas, mulas, puercas, vacas, terneras, cabras, perras. La edad propicia para la realización de este acto sexual va desde los 12 a los 17 años y se hace un hábito entre los habitantes de esta región del país. Se da el caso que padres de familia mandan a los “pelaos” a que tengan relaciones sexuales con las burras. Los abuelos le dicen a los nietos, “vayan a coger burra”, todo esto pasa sin ningún tipo de problemas.

Los señores de edad avanzada dicen que el joven que no tenga este tipo de relación con la burra, puede ser fatal en la etapa del desarrollo. “María Casquito” (la burra) sirve para el desarrollo normal del joven.

Víctor Negrete Barrera en su libro Relatos de Nosotros los Cordobeses, afirma: la primera… “María Casquito” y sus similares guarda el mejor de los recuerdos. Mi infancia y la de muchos no hubiese sido completa sin ella. Y yo estaré eternamente agradecido por sus favores”. El psiquiatra Álvaro Solano Berrío, afirma: “si los adultos del medio o los pobres del adolescente llega a detectar este comportamiento, lejos de considerarlo mórbido o inadecuado, comienzan a interpretarlo como una manifestación inicial de su virilidad, es motivo de jactancia y satisfacción para los padres evidenciar estas actividades en sus hijos. Reconociendo que el individuo es un elemento de la estructura familiar donde se acepta esta conducta y la familia a su vez es un elemento formador de la estructura social, reciprocramente está modelada a la familia y el individuo”.

De todas formas, las costumbres permanecen concreta en las zonas rurales por la facilidad de encontrar dicho animal. Algunos sociólogos opinan que en las ciudades es donde le es a los jóvenes más difícil encontrarlas, los muchachos presentan tendencias a desviaciones sexuales, en cuanto tienen que recurrir a las relaciones con muchachos (de su mismo sexo, claro está en algunos casos) presentándose así el homosexualismo, como también, el afroditismo.

La costumbre se ha generalizado tanto que se ven grupos de pelaos en busca de burras, caminando kilómetros a pie hasta que encuentran una, la cual es aprovechada por turnos. Esto se hace tan cotidiano que los muchachos, muchas veces se van solo en busca de placer de una o varias pollinas, formando así “cabaret” conocido por uno o varios grupos de pelaos. Cuando el animal se habitua a este tipo de relación ella misma al ver los muchachos, busca su lecho marital, ya sea barranco, palo, pared, piedra, arroyo o loma.
En todos los pueblos de la Costa Norte del Caribe colombiano, se da este tipo de conducta sexual burra – muchacho. Todo los jóvenes de esta región caribeña, conocen este tipo de relación sexual, los que lo ignoran se les considera maricas.
También existe un lenguaje apropiado para esta actividad, el cual es que el muchacho que haya tenido más relación sexual con las “menecas” es un verdadero hombre, incluso los más descarados se hacen famosos de ser los más machos: “los berracos”, “los burreros”.

En todos los pueblos de la Costa Atlántica, los muchachos tienen lugares fijos para la realización de esto, los cuales toman fama por muchos años, por ejemplo: en el municipio de San Andrés de Sotavento (Córdoba), los lugares, son: “La monta”, El Pozo del Gobierno, El Cementerio y La Carretera. En Purisima, tenemos: la poza del burro, la paja de Lioby, La Paja de Martín y la Ciénaga. En Ciénaga de Oro, La paja de Pocho, La Paja del Sordo, Media Tapa, La Equis y otros.

En los municipios de Córdoba debido a la urbanización se han perdido estos lugares y tienen que recurrir a las pajas vecinas, a las carreteras como los anteriores y los demás municipios del departamento.

Los jóvenes que al llegar a los 18 años, no llegaron a tener esta relación, se cree que tienden a desviarse sexualmente; los demás les critican y algunos pagan para que les consigan las menecas o recurren a los veteranos para la localización de las mismas. En algunas regiones de la Costa Norte del Caribe, por circunstancias topográficas, las burras escasean y tienen que recurrir a las carneras o chivas como el caso guajiro.

La mayor satisfacción que tiene el joven es tener relación con burritas. Al muchacho no le interesa otra cosa que satisfacer su placer sexual aunque le toque pasar mucha dificultad.
Algunos nos preguntamos ¿Por qué el muchacho en esta edad, no se satisface con mujeres? La experiencia de la gente nos dice, que el joven siente complejo, pero en esencia éste no es el problema sino económico; ningún joven por lo general, tiene las condiciones favorables para satisfacer las necesidades sexuales en un lugar adecuado (prostíbulo) esto es más notable en la clase de menos recursos económicos. Los muchachos ricos al salir y no encontrar las burras de sus fincas, se satisfacen en su casa con las empleadas domésticas que más tarde ingresan a la prostitución.

El costeño hoy día es conocido por todos los colombianos como burreros, el hombre del interior del país le critica, dándole un sentido despreciable. Pero la verdad es que ellos, también, se han sumado a esta actividad sexual con los animales y se comprueba cuando llegan a la Costa Norte del Caribe.

La práctica ha demostrado que esta costumbre sexual es buena para el desarrollo biológico del hombre. Tal razón ha hecho que los boyacenses tomen las misma actividad sexual, pero como las burras son escasas tienen que recurrir a las ovejas.
En Medellín existen cabarets de burras, con tarifas módicas, esto nos indica que los paisas se sumaron a la costumbre costeña. En nuestro medio la relación íntima muchacho – burra es una necesidad, en la cual todos los jóvenes se ven involucrados. La cuestión es criticable cuando siendo adulto y estando casado lo realiza. La práctica social así lo demuestra y lo demostrara de generación en generación.
La Biblia nos dice que en el sexto día Dios creó al hombre y a los animales entre ellos la burra, pero también nos habla que el que tenga relación sexual será castigado (Levítico 18,23:20,15. Deuteronomio 27, 21 y Gálatas 5, 19 entre otros).

En la Costa Atlántica donde la religión popular tiene sus seguidores por sus ancestros, ha permanecido este hábito. Y lo más lamentable es que, también, existe relación sexual entre animales y mujeres; aunque en forma esporádica, pero existe, también la Biblia castiga este tipo de bestialidad.

El hombre sigue siendo amigo de los animales, por causa primitiva de animalidad; aunque algunos estudiosos no lo consideran así. Hoy día el Sida ha separado un poco al hombre de los animales por su contagio. El Doctor Omar Gonzalez Anaya, dice que las burras pueden tener SIDA, mucho ojo con los muchachos.
El escritor Raúl Gómez Jattín, tiene un poema titulado: Te Quiero Burrita y dice textualmente:
“Porque no hablas
ni te quejas
ni pides plata
ni lloras
ni me quitas un lugar en la hamaca
ni te enterneces
ni suspiras cuando me vengo
ni te frunces
ni me agarras
te quiero
ahí sola como yo
sin pretender estar contigo
compartiendo tu crica
con mis amigos
sin hacerme quedar mal con ellos
Y sin pedirme un beso”.

Marco Rincón Zurek y Jorge Pérez Caña, en el libro: El hombre y la burra; dice: “todos los hombres sinceros estamos en deuda con la burra, pues sin ella nuestro pueblo no tendría opción a la libertad”.
Se concluye que el burrear en la Costa Caribe y concretamente en los departamentos de Córdoba y Sucre por ser agrícolas y ganaderos permiten:

·         Ufanación a la familia
·         Reconocimiento de la identidad sexual del muchacho
·         El burrear es temporal
·         El burrear es una alternativa sexual
·         El burrear es una conducta grupal
·         El burreo es algo común en la región
·         El burrear es realidad cultural
·         Quien critica la conducta del burreo, niega la realidad y la tradición de la cultura costeña.

Bueno dejo hasta aquí porque voy a ver para donde se fue Luisito; lo van a volver loco las burras del Viejo Barraco Colorao. ¡Ya se fue el muchacho!

ESTAS SON COSTUMBRES QUE ENSEÑAN SOBRE LA CONDUCTA DE LOS HOMBRES, LA MORAL Y LOS PRECEPTOS DE LA VIDA.

LO QUE SE DICE ES VERDAD, PORQUE HA SALIDO DE LA BOCA DE LA GENTE QUE ES LA HISTORIA NO ESCRITA DE NUESTROS PUEBLOS.
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“QUIEN LO APRENDE LO CUENTA Y QUIEN LO OYE LO CREE.
ASÍ LO CONTÓ LA GENTE Y ASÍ SUCEDIÓ”

¡LUISITO!



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