Cuentan
los abuelos que Córdoba era una tierra embrujada en los tiempos que no había luz
eléctrica en noches oscuras con calles y caminos solitarios, que solo se
escuchaba la Pavita Congona, el Tres Pies, el Pájaro Puerquero, cantando
luctuosamente en medio de la soledad y las creencias de la tierra empautada,
donde todos le tenían miedo al Gritón, a la Llorona, al Caballo sin Cabeza, al
Perro Boca de Candela y a los ruidos
raros que nunca se sabía de donde salían.
En las
cosechas de maíz se observaban en las horas de la tarde, Tres Niños Negritos que
jugaban y jugaban, también los observaban en los caminos y orillas de las ciénagas,
arroyos y pozos, eran los negritos del más allá.
Los hombres
que se encontraban solos en las montañas o casas se les aparecida una mujer
desnuda que lo llamaba y si el hombre se le acercaba, lo abrazaba duro y lo trituraba
con sus fuertes brazos llenos de espinas como puñales que eran enterrados en el
cuerpo del hombre; y así moría.
En las
noches solitarias se veían luces que recorrían las fincas, caminos y andaban
sobre el agua de los arroyos, pozos y ciénagas. Algunas de estas luces eran
como gigantescas bolas de candela que corrían por las cercas de los caminos, le
llamaban los abuelos “El Entierro” que buscaba a una persona para hacerlo rico,
si éste lo sacaba.
Cuando
aparecieron los carros en las zonas del Sinú, también apareció un carro
fantasma que se veía venir con sus luces fuertes en las horas de la noche y no
era nada; muchos conductores se accidentaron porque el carro fantasma los
encandilaba y se accidentaban.
Los niños
malcriados se los tragaba la tierra por no obedecer a sus padres. Ojala hoy
fuera así para corregir a muchos.
Las ciénagas
eran protegidas por el Mohan: un monstruo parecido a un hombre viejo de color
verde y que salía a los pescadores en las horas de la noche. En el atardecer se
escuchaba el Yacabó, pájaro agorero que con su canto macabro llamaba la muerte.
Y así sucedía en la comunidad alguien moría, lo dijo el Yaacabó y así era. Por las
noches a eso de las siete en el pueblo, se escuchaba cantar una lechuza. Era aviso
de muerte, alguien moría.
Los espantos
de los animales en las horas de la noche o en la madrugada, era un aviso de
muerte. Se espantaban las cocás o el ganado y al día siguiente alguien moría. De
igual forma el aullar de los perro en las noches oscuras con ganes de llover,
era símbolo de terror, era la noche del Gritón, la Llorona, el Perro Boca de Candela
que se comía a los perros que se encontraba a su paso. Sacándole las asaduras.
Dejo
hasta aquí porque quiere llover con huracán, la noche es oscura, los animales
buscan refugio, se escucha de pronto el fuerte soplar del viento. Una bruja
encaramada en el techo pajizo de la casa vecina, de la difunta María Pertuz, deja
sonar lentamente sus silbido, dando terror en el pueblo sin luz eléctrica. Algo
malo va a pasar la tempestad se aleja, los perros dejan de aullar, la bruja voló
convertida en un gran pájaro negro de vuelo pesado; también se escucha el
cantar macabro del Tres Pies, la Pavita Congona empieza su triste canto como
anunciando que algo malo va a pasar. Ya es media noche y a los lejos se escucha
que viene lentamente un jinete a toda prisa como alma que lleva el diablo, se
acerca más y más, lo miro, es nada más que le gigante negro con silla de oro y áspero
que brilla por la luz de los relámpagos, va rumbo al más allá. AVE MARÍA
PURISIMA!!! ESEL DIABLO
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